miércoles, 11 de enero de 2012

"Black Death": Sir Ulric Boromir Stark cabalga de nuevo.


El fundador de este blog tiene la interesante teoría de que no puede salir nada malo de unir a Sean Bean y a una espada. Pues bien, esta película es una prueba más de que dicha teoría es cierta hasta que algún patán demuestre lo contrario. La verdad es que habría que ser inútil dirigiendo para que el espectador se aburra viendo a un actor con semejante presencia en pantalla blandiendo una espada, pero mi fe en la inutilidad humana se renueva a diario.

Frikadas aparte, la película no pasa de ser eso, una película correcta. Verla resulta sumamente entretenido, sin embargo tiene también esa curiosa cualidad de algunos filmes de ser fácilmente "olvidables", dicho sea esto sin ningún ánimo de desmerecer. Muy al contrario, ojalá todas las películas que se estrenan tuviesen una factura equiparable a la de "Black death".

La historia nos traslada a la Inglaterra de mediados del siglo XIV, asolada por la peste negra. En este contexto de muerte, un conjunto de valientes soldados que tienen por guía a un monje en plena crisis de fe, son mandados por el obispo a investigar una misteriosa aldea de la que llegan noticias de muertos que, tras rituales paganos, vuelven a la vida.

La película tiene pocas sorpresas argumentalmente hablando. Desde el principio uno tiene la sensación de estar viendo una partida de rol, con personajes muy poco tridimensionales y relativamente previsibles. Sin embargo hay que decir en favor de la película que esta "partidita de rol" está muy bien llevada, con escenas de acción sobrias pero dinámicas en las que se pone un buen cuidado en evitar heroicidades que en otras películas hacen que los protagonistas alcancen proezas propias de un superhombre. Las interpretaciones son muy dignas, destacando la del inglés Eddie Redmayne.

Dicho esto voy a hacer un paréntesis para hacer una observación sobre Sean Bean. Hoy he confirmado que padece el mal que tienen muchos actores (principalmente que han trabajado en Estados Unidos) de interpretar muy dignamente el mismo personaje cambiando el contexto y los matices del mismo. Así el actor acaba vendiéndose más como marca, cediendo su sobrada calidad y personalidad en pantalla, que como un verdadero actor. Resumiendo y para aclarar lo que quiero decir: del mismo modo que Bruce Willis lleva años haciéndo de Bruce Willis, Tom Cruise no ha dejado nunca de interpretar a Tom Cruise, Al Pacino hace a la perfección el personaje de Al Pacino (acepto que me crucifiquéis) etcétera, Sean Bean se está interpretando constantemente a sí mismo en las últimas películas en las que lo he visto. Lo bueno es que la mayoría de ellos me gustan en sus papeles, pero creo que valen mucho más como actores que como producto.

En resumen, la película es decente tirando a buena. Supone uno de los claros ejemplos en los que una buena dirección e interpretación elevan la calidad de un pobre guión con escasos momentos de brillantez (aunque los tiene). Es una buena elección para pasar la tarde sin tener al final la sensación de haber perdido el tiempo que producen la mayoría de títulos que encontramos en el cine.

Mi nota: un 6 sobre 10.






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