lunes, 19 de diciembre de 2011

Los tramposos: Mucho más que una comedia.

Hacía años que no disfrutaba de esta película, de la que solo recordaba que se trataba de una comedia graciosa, enésima muestra de la picaresca española y compilación de prácticas de dos sin vergüenzas muy duchos en el noble arte español de vivir sin dar un palo al agua. O mi memoria me traicionaba o yo estaba muy ciego a la hora de ver la película.

Esta película está muy bien interpretada, razonablemente bien dirigida (tiene grandes pinceladas aunque no destaca) , pero en lo que resulta totalmente extraordinaria es en su guión. Este es una joya firmada por Miguel Martín y José Luis Dibildos (sí, el padre de Lara) cargado de matices, simbologías y que, a la larga, resultó premonitorio.

La cinta se estrena en la España de 1959. No es cualquier año para nuestro país. Es el año del fin de las posturas autárquicas, el año en el que Franco se vio contra las cuerdas económicamente hablando y tuvo que cambiar la España autarquica con vocación totalitaria por la nueva España industrial y aperturista que nació precísamente del famoso "Plan de Estabilización Económica", porque el no hacerlo podría llevarle a un serio riesgo de revolución interna. Dicho de otro modo, había que lanzarse al mercado, empezar a competir y buscarse la vida como país dentro del mundo.


Justamente de eso trata esta película, de buscarse la vida. Se puede leer como una comedia costumbrista graciosa y sin pretensiones más allá de hacer al público pasar un buen rato. Si esa es la opción de espectador esta es una de las mejores películas que el cine español ha dado. Sin embargo, si se pretende ver una película profunda que aborde los cambios que España estaba a punto de afrontar, el resultado como espectador es sencillamente asombroso.

Resumiendo y, dicho sea de paso, haciendo algún spoiler el argumento de la película se puede resumir del siguiente modo:

Tres amigos (Tony Leblanc, Antonio Ozores y Juan Calvo) con muy poquita vergüenza se han dedicado toda su vida a estafar a sus compatriotas, viviendo cómodament sin hacer nada que se parezca mínimamente a un esfuerzo. El problema llega cuando uno de estos amigos se enamora de una mujer (Concha Velasco) que solo se plantearía una relación si el muchacho se hace honesto, con lo que tiene que dejar de ser un estafador.


Este muchacho toma conciencia de lo importante que es ser honrado. Rapidamente convence a uno de sus amigos para seguir su camino a la decencia y el trabajo y reniega de la noche a la mañana del amigo que se opone a dicho cambio (véase que la foto de aquel año fue aquella en la que Franco abrazaba a Eisenhower, cuando apenas quince años antes el amigo preferente era bien distinto). Emprenden entonces dos de estos amigos un viaje al mundo desconocido en el que tienen que someterse a unas reglas para ganarse el pan. En este momento es curioso el detalle de que lo primero que la sociedad haga para darles dinero sea literalmente chuparles la sangre.

Tras alguna intentona frustrada descubren el filón que se presenta en Madrid con las rutas turísticas y crean una empresa para satisfacer dicha demanda. Sin ermbargo en lugar de mostrar las bondades monumentales de al capital de España, se dedican a llevar a extranjeros (representados con todos los tópicos posibles) a funerales y al bar de un amigo a cambio de la pequeña fortuna de trescientas pesetas por cabeza. Esto, a pesar de ser una estafa manifiesta, no es vista como tal ni por el espectador ni por la enamorada del protagonista. Estafar a extranjeros no es estafar, y los siguientes años demostraron que hasta hoy ese concepto sigue en plena vigencia (tomad una caña en la Plaza Mayor de Madrid o tomaros una ración de seis boqueroens en vinagre por cuatro euros en Benidorm y veréis que es cierto).

Sin embargo al final siempre hay peces más gordos que nuestros protagonistas y éstos los anulan, no comiéndoselos, sino dándoles una limosna para que se sientan contentos.

Y así terminan, estafados aunque convencidos de que han triunfado en la vida, como muy bien simboliza el último plano, en el que salen conduciendo un coche muy inferior al que ellos soñaban, con unas parejas también contentas y con el Arco de la Victoria de Moncloa, que conmemora el triunfo de las tropas nacionales sobre las republicanas. El simbolismo es evidente.



Este último detalle pasó la censura. Sin embargo no es lo único que se les escapó a estos concienzudos funcionarios. Todos estos pequeños detalles que los guionistas se preocupaban de ocultar entre las líneas del guión hacen de esta obra algo interesantísimo. Paso a enumerar algunos de ellos, así como otros detalles revolucionarios para la época.

- El papel de la mujer en esta película: Creo que es el primer caso en el que veo que las dos protagonistas femeninas son profesionales con trabajo mientras que los varones son unos pobres desgraciados que no tienen de dónde sacar un duro de forma honrada. Es más, a estas mujeres les trae sin cuidado el poder adquisitivo de sus parejas sino que les preocupa solo su honradez. Y eso no solo se queda ahí, sino que estas chicas fuman y es a ellas a las que recurren los dos protagonistas varones para buscar un socio capitalista para sus proyectos. Así  pues, son las mujeres el recurso para progresar de los varones sin trabajo. No olvidemos que corría el año 1959.     

- Minuto 28:36- Comparten el mismo plano una cárcel, una iglesia y un fabricante de lápidas. La siguiente frase es "No hay nada como la libertad". ¿Casualidad?


- Solo se menciona a unos trabajadores honrados una vez en la película y la honradez brilla por su ausencia. En un primer momento uno cree que son estafadores, pero el guión tiene el atino de no aclarárnoslo.

- Como he citado antes, lo primero honrado por lo que ganan dinero es porque les saquen la sangre.

- En el minuto 40 un personaje dice "No hay derecho, no sé qué pretende el Gobierno...", la reacción de su compañero de mesa es hacerle un gesto para que calle. En la escena siguiente un tendero se queja de los impuestos.

- En el minuto 54:20 se hace referencia a la migración de españoles a Francia para ver películas de destape. "Pensarán que van a ver cosas como en París" dice al hablar del hecho de que su agencia de viajes sea solo para adultos.

- A la hora y catorce minutos de metraje, Antonio Ozores habla con Concha Velasco de un coche que quiere " a tres colores". La respuesta de Concha velasco es "Como una bandera ¿verdad?". A ver, ¿qué bandera tricolor os viene a la cabeza en la historia de España? Más tarde Ozores se encuentra hablando del mismo coche ante el que más que probablemente será su futuro jefe, en ese momento le menciona los tres colores y él mismo se corrige..."o de dos en todo caso".

- La misma persona que los contrata dice más tarde en privado para justificar el contrato: "hay que evitar la competencia, se empieza por un poco y se acaba por el todo, en cambio dándoles un sueldo fijo ya se sabe que nunca pueden llegar a nada". Eso resume perfectamente cómo Franco consiguió morir en la cama sin una importante oposición interior. Dejar las cosas como estaban era deporte nacional y conformarse. Al fin y al cabo hacía poco que se había pasado hambre en España.




Lo dicho, que esto no es una película más, es un hito en nuestro cine. Una película que tristemente se está olvidando entre las nuevas generaciones.

Un 9 sobre 10 sin ninguna duda.



2 comentarios:

  1. Cuidado con la nostalgia, decia Johnny Guitar: "CADA VEZ QUE OIGO LA PALABRA NOSTALGIA, DESENFUNDO EL REVOLVER"

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  2. El hecho de ser habitados por una nostalgia incomprensible sería, al fin y al cabo, el indicio de que hay un más allá. (Eugene Ionesco).
    Tenlo en cuenta Fico.

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